¿De qué habrán hablado ese lunes 8 de mayo de 1978 con Jorge Luis Borges los lectores que se acercaron al escritor en una librería céntrica tucumana? La imagen, que muestra al autor de Ficciones y El Aleph y a la profesora Lelia Marañón rodeados en entusiasta charla, muestra la cercanía que hubo, diferente de las firmas de libros habituales, que se hacen con un escritorio de por medio y los lectores en fila, esperando recibir el autógrafo.

La nota de LA GACETA da cuenta de que durante esa hora y media “dialogó con algunos grupos de jóvenes lectores y admiradores y se informó sobre la producción de escritores de nuestro medio” y que al atardecer, luego de descansar “volvió a pasear por la zona céntrica conversando con profesores y alumnos de Letras. De tanto en tanto el escritor era saludado por transeúntes que se acercaban al reconocerlo”.

Recuerdos fotográficos: 1978. Borges pasea por la 24 de Septiembre

¿De qué hablaban? En la entrevista en LA GACETA, él arrancó con una ironía: “Ustedes háganme decir lo que quieran. Puedo decir hasta que me gusta el fútbol, si quieren”. Y luego discurrió por temas tan disímiles como la violencia, la situación económica, su obra literaria, Groussac, el tiempo, el inminente campeonato mundial de fútbol, y hasta de las pesadillas que años antes le había causado el cartel de un gallo de una relojería de Maipú al 400 que había visto en una visita anterior a Tucumán con su madre. Por cierto, en la entrevista dijo que una vez había visto medio partido de fútbol, que “me aburrió tanto” y que en cambio eran más atractivas las riñas de gallos, “ideales para un miope”.

Para él la visita de cuatro días a Tucumán parece haber sido intensa y definitoria y así concluyó su entrevista. “Quizá todo tenga el sabor de una despedida, porque ¿quién podría asegurar que volveré?”